Desde todos los nombres (abecedario del olvido)

Edita: Cuadernos del Laberinto. Anaquel de poesía.
Madrid, 2014
Autora: Nieves Álvarez
Prólogo: Raquel Lanseros
ISBN: 978-84-941902-0-M

Ilustración de portada: Danficreativo

(…) Nieves Álvarez dedica el poemario a su padre, Juan Santos Álvarez, quien estuvo nueve años en campos de trabajo y de concentración franquistas. Pero a lo largo de sus poemas son muchos los personajes derrotados y humillados que aparecen: los amantes separados por la guerra, las mujeres solas que se quedan en el pueblo tras la partida de los hombres al frente, la anciana que acaricia el envejecido vestido de novia que nunca pudo estrenar, los niños obligados a dejar de ser niños, la madre que relee las cartas enviadas por su hijo soldado, el nieto firme en sus convicciones que investiga sobre el paradero de su abuelo, la maestra de la República depurada tras la guerra, su marido el escritor asesinado, el escritor actual que debe su amor a las letras a aquella vieja maestra, la anciana rodeada de recuerdos para la cual el tiempo se detuvo un día… Todos ellos conforman un calidoscopio del dolor silenciado que Nieves despliega ante nuestros ojos con elegante sutileza, como quien musita contra el viento una verdad dolorosa que no es posible ni aconsejable callar por más tiempo. (…) Raquel Lanseros

En el siguiente enlace se puede escuchar una entrevista a Nieves Álvarez.

https://www.conoceralautor.es/libros/ver/desde-todos-los-nombres-de-nieves-alvarez-martin

Uno de los poemas del libro

Madre, madrecita (…) Que mi nombre no se borre de la historia

A veces,
abro el cajón de arriba de la cómoda.
En él siguen durmiendo aquellas sábanas
(ésas que tú bordaste de pequeña)
y unos versos de amor
con el arrullo de tus recitales
los viernes por la noche
y los sábados, antes de cenar.

Hay un libro de cuentos,
dos abrazos ocultos en papeles,
tres postales de color amarillo,
cuatro nostalgias grises,
cinco risas antiguas,
muchas tristezas nuevas
y el deseo profundo de seguir caminando
sin olvidar quién soy.

En él también está aquel acertijo *
que nunca adiviné,
hasta que un día, al fin, lo descubrí
y no pude contártelo,
no estabas,
unos hombres vinieron a buscarte
y no volviste nunca.

A veces,
abro el cajón de arriba de la cómoda
y empiezo a recordar.

* (Un árbol con doce ramas, cada rama cuatro nidos, cada nido siete pájaros y cada cual su apellido.)