Colectivo Iletrados rmen, Madrid. 2014
Y el Cuervo dijo: “Nunca más.” (Edgar Allan Poe)
Y yo también lo dije.
Estaba decidida a no ceder
al lenguaje ordinario de los muertos,
a sus cuencas vacías,
a sus extrañas formas de vivir.
Porque viven, lo sé,
deambulan por los tomos
de las estanterías silenciosas,
por los viejos legajos
de las bibliotecas
o archivos militares,
por las casas de empeño,
por los lugares más inverosímiles
y por los más oscuros,
por el cuarto de estar o la cocina.
No intentes despertarlos.
Piénsatelo mejor.
Porque si los despiertas
ya no podrás dormir:
de noche ni de día,
en verano, en invierno, en primavera.
Todo será distinto
cuando escuches su voz amortajada.
No podrás olvidar sus exigencias,
sus discursos famélicos,
sus reproches, sus vicios, sus mentiras
que saben a verdad incontestable.
No les hagas promesas
que no podrás cumplir,
es mejor que te inventes otro juego,
que alargues el momento del saludo,
que dibujes a lápiz su silueta,
que vivas, que te rías, que acaricies
las horas que le quedan al reloj.
Porque tarde o temprano,
tendrás que acariciar sus calaveras,
atravesar el tiempo y el espacio
y emprender para siempre
el viaje final, definitivo,
del que nadie se escapa.
Entonces, tú serás uno de aquellos.
¿Lo serás? Tal vez no.