Trenes de cercanías

Autora de los textos: Nieves Álvarez

Autor de las imágenes: Miguel Ángel García.

Edita: Caja Cantabria

Santander. 11 de marzo de 2005
ISBN: 84-934183-0-7

Este trabajo que ahora presentamos con las firmas de Nieves Álvarez y Miguel Ángel García, es, sobre todo, un lamento por la desgracia sobrevenida inesperadamente en la capital de esta nación que es España. La desmesura de sus consecuencias, la sinrazón de lo que por el momento es conocido acerca de los comportamientos de sus autores, el alcance indiscriminado y hasta plurinacional de sus víctimas, la constatación de que cualquiera de nosotros podía haber sido un viajero sin retorno en aquel tren de cercanías que se dirigía a la estación de Atocha, le otorgan una carta de naturaleza capaz de superar los estúpidos reduccionismos de quienes piensan, o creen pensar, que el mundo acaba en los estrechos límites de sus idílicas comarcas, en los acomodaticios linderos de sus ríos naturales, en las murallas de sus inexpugnables montañas, en el atavismo de una lengua forjada en la incomunicación, en la endogamia enfermiza de sus tribus y en los rituales de sus plegarias y oraciones.

Este trabajo está repleto de imágenes literarias que nos remiten -confesado de forma paladina a modo de homenaje- a la obra de dos nombres míticos en nuestra literatura, como son Federico García Lorca y Rafael Alberti, representantes a su vez de aquella media España que murió víctima de la otra media –como diría don Antonio Machado- y, continuando con el mismo símil poético, de la Espaaa transterrada que con el corazón helado se vio forzada a salir al exilio. Pero también podemos encontrar otros rastros, conscientes o inconscientes, como serían los de Blas de Otero y hasta el de nuestro ya citado Isaac Cuende. J. R. Saiz Viadero, Santander, marzo de 2005

Se puede descargar el texto completo aquí.

A continuación se pueden leer un par de poemas del libro.

VII (página 20)

La muchacha
de los ojos azules
estudiaba un examen
en los trenes de marzo.

El libro aprendió a volar
entre cristales
y sus ojos
dibujaron nubes
en todas las miradas.

XIII (página 32)

La niebla llegó de golpe
con la muerte amortajada.

La noche se comió al día
en doce estallidos claros,
y los corazones gritan
estrangulando sus manos.

El mundo se volvió lluvia,
lluvia en el mar y en el llano
y en el monte sólo lluvia
por la lluvia desbordado.

Lloran lluvia nuestros ojos,
lluvia lloran nuestras manos,
lloran lluvia nuestros muertos,
lluvia llora el camposanto.

Llueven plumas los silencios,
alas llueven los espacios.
Muere una paloma blanca
y se ocultan los milanos.

Llanto de lluvia en Madrid…
y en España lluvia y llanto.

(con la voz prestada de Lorca)

NOTA: tanto la exposición, como los textos recitados, fueron presentados en Chile: la capital y varias otras localidades. Gracias a una estupenda colaboración con la Embajada de España en Chile. Gracias también por tanto a Juan Trímboli.